Cuando pienso en David el Gnomo, pienso en el zorro Swift
y en aquellos dos enormes cerezos rosa en la cima de una colina con aquel “Eslisbaiz”
como sonido de fondo. Y es que David el Gnomo es una serie que me marcó como
pocas lo hicieron. Yo estaba en E.G.B. por aquel entonces, y aunque por
momentos la serie era aburrida y monótona, aquel capítulo final supuso un golpe
psicológico solamente comparable a la muerte de Chanquete.
Hay cosas que no llegué a entender, y cosas que me hicieron
no descansar tranquilo (por ejemplo, David pide al zorro Swift como último
favor al despedirse que cuide a los ratones domésticos, pero éste, al abandonar
la colina, se encuentra con una zorra y se va con ella; el lema está claro, la
vida sigue… pero… ¿y los ratones? ¿Quién los cuidará ahora? Estas cosas no me
dejaban dormir tranquilo… así era - ¿soy? – yo)
Pero, ¿de dónde salió esta serie? ¿Cómo fue fraguada? Procedo
a indagar un poco…
Los gnomos son originarios de la mitología de Europa del
Norte y de ciertas doctrinas cabalísticas. Son enanos fantásticos o elementales
de la Tierra, en cuyas entrañas moran, trabajando en minas, custodiando tesoros
subterráneos y cuidando de los metales y piedras preciosas. También se dice que
les roban a las personas ambiciosas. Los gnomos forman un pueblo sobrenatural
de seres muy pequeños e invisibles, dotados de singular astucia.
La leyenda de los gnomos nació de la fantasía de los
cabalistas hebreros. El término “gnomus”
fue utlizado por el alquimista suizo Paracelso (s. XVI) en su libro “Liber der nymphis, sylphis, pygmaeis et
salamdris, et de caeteribues spiritibus”. Los gnomos poseían la presciencia, conocían los secretos de
la Tierra y eran el alma de ésta. Los cabalistas aseguraban que el aire, la
tierra, el agua y el fuego se agitaban merced a los seres invisibles que
animaban estos elementos. Según los cabalistas, el dios hebrero Yahvé asignó el
imperio del fuego a la salamandra, el del aire a los silfos, el del agua a las
ondinas y el de la tierra – no en la superficie sino en el interior – a los
gnomos. Estos moraban en las figuras metálicas del globo, en el interior de las
grutas, llenas de estalactitas de maravilloso efecto. Eran los guardianes de
las minas de oro y plata.
El escritor Will Huygen y el ilustrador Rien Poortvliet,
ambos holandeses, publican en 1976 el primero de una serie de libros sobre los
gnomos, “Leven en werken van de Kabouter” (“Vida y obra del Gnomo”). El libro
trata sobre los extensísimos estudios que ambos realizaron sobre estos seres
mágicos, muy abundantes en su país. Los estudios abarcan más de veinte años
incluyendo áreas de población, sociología, fisiología, modos de vida,
comportamientos… de tal forma que dotaron a los antiguos mitos de una férrea
verosimilitud. El libro aparecería
editado en España en 1983 traducido como “Los Gnomos”.
Este libro fue un inmediato éxito de ventas debido a su
enfoque “universalizado” del tema. Según los autores, mucha de la información
contenida está sacada de un volumen publicado en 1580 sobre hombres diminutos,
que aunque contiene muchísimos datos importantes, confunde a gnomos con duendes
y otras criaturas, por lo que no es totalmente fiable, según los autores.
En 1981, debido al éxito alcanzado, los autores realizaron
una continuación, “De oprope der Kabouters” (La llamada de los Gnomos). No
sería la última.
El estudio de animación español BRB Internacional S.A.,
fundado por Claudio Biern Boyd en 1972 , bebió de las fuentes de estos libros
para crear, en 1985, la serie de dibujos que nos ocupa, “David el Gnomo”. La
cosa fue como sigue: el fundador de BRB Internacional, al hacer escala en
Amsterdam, a la vuelta de un viaje de Asia, vio el libro en el kiosko del
aeropuerto, le llama la atención, lo compra… y aquí comienza todo.
A lo largo de 26 episodios, nos adentran en este maravilloso
mundo fantástico, donde junto con el médico David, su esposa Liza, y a lomos
del zorro Swift, seremos testigos presenciales de la vida y obras de esta
singular raza.
Creo que los niños de hoy, al ver esta serie, se aburrirían,
pues las cosas ocurren con mucha contemplación, y los tiempos actuales quieren
que pasen las cosas deprisa, sin tener tiempo casi de pensar, acción tras
acción sin descansar… Eran otros tiempos.
Dos años después otra serie basada en los libros vería la
luz… esta vez seguiríamos las aventuras del juez gnomo Klaus, en “La Llamada de
los Gnomos” pero ya no era lo mismo. Lo de David marcó, lo otro son ganas de
rizar el rizo.
Recordad… “Nadie es mejor por ser más grande”
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